La importancia del HARA o TANDEM
Si bien las palabras "HARA" o “TANDEM” son de lengua diferente, lo que estos vocablos esconden y revelan no es privativo del mundo japonés. HARA es el nexo entre lo físico y lo meta-físico, entre lo psíquico y lo meta-psíquico; es el lugar donde la Vida universal deviene en vida existencial dentro de cada hombre.
En una traducción literal, Hara significa el “vientre”, y se refiere a la zona que va desde el estómago hasta los órganos genitales, y en esa el I (estómago) y el Kikai (cerca del ombligo). En el Kikai, aproximadamente 5 centímetros debajo del ombligo, se sitúa el punto más importante: el Tandem. En lengua japonesa el Hara tiene un significado mucho más amplio. Este término significa el centro de la fuerza física y espiritual. También siendo el centro de nuestro cuerpo material, al Hara viene dada un alma.
El Hara, llamado a menudo el "océano del ki", es el centro de toda vida, el centro por el que todo ser tiene la posibilidad de consolidar su personalidad, su yo. Esta consolidación se lleva a cabo en un primer momento a partir de los factores constitutivos de lo físico, que son ya de por sí mismos una expresión de la personalidad. De ahí que el término "HARAKIRI", que textualmente se traduce como "cortar el vientre", tenga un significado mucho más profundo, pues en realidad se interpreta como la extinción de la energía, de la fuente misma de vida.
El objeto de todos los ejercicios preparatorios, de apariencia gimnástica o más específicos del Aikido - conocidos como aikitaiso- constituye la "recuperación" del cuerpo para volverlo capaz de sentir, reaccionar para así vivir en el “aquí y ahora”.
El maestro de tiro con arco Kenran Umeji tenía por costumbre invitar a sus alumnos a tocar los músculos de sus brazos cuando tensaba el arco. Sus alumnos podían entonces comprobar que sus músculos estaban perfectamente distendidos. Si cualquiera de ellos expresaba su sorpresa a este respecto, el maestro se echaba a reír diciendo: "El principiante es el único que trata de tensar el arco con su fuerza muscular; yo lo hago simplemente con Ki ". Ki, o sea, con la fuerza universal, de la que participamos en nuestro Ser esencial. Con el Hara hay que aprender a sentirla, y a dejarla venir, al contrario de como se hace con la fuerza movida por la voluntad, la fuerza del "hacer".
El hombre que dispone de Hara, está en calma. También el Hara ejerce una virtud curativa con respecto al nerviosismo, bajo cualquier forma que se presente. Desaparece la agitación, y los ligeros movimientos involuntarios. Se podría decir que en el cuerpo se produce un reconciliación, una paz interior que no es sinónimo de falta de vida, sino expresión de una fuerza concentrada en el centro vital, fuente de seguridad, y una armonía a la vez viva, "vibrante" y apacible, de ese todo que es el hombre.
Quienes no disponen del Hara, pierden fácilmente la forma. Enseguida montan en cólera, son de salud frágil, y ante la adversidad, pierden pronto su porte. Por el contrario, en aquel que está en el Hara, los motivos de irritación no le prenden, o bien dan paso a una enérgica reacción que es testimonio de la fuerza que le confiere el Hara.
Desde un punto de vista funcional, el Hara, por su situación en la parte inferior del abdomen, corresponde a lo que consideremos nuestro centro de gravedad. Es pues, el lugar privilegiado del equilibrio vertical a partir del cual es posible todo movimiento correcto. Y, en nuestro caso, los movimientos del Aikido.
Ser amo del propio Hara es, en el nivel del cuerpo, sentirse bien equilibrado, es posición estable y distendida en reposo, con la posibilidad de ponerse en movimiento sin que eso haga perder el aplomo, se trate de un desplazamiento rectilíneo uniforme o toda otra clase de movimiento circular en un plano horizontal o vertical. Los ukemis o caídas que practica el uke, cuando se encuentra momentáneamente con pérdida del equilibrio, son un modo de recuperación del equilibrio perdido que le permite a la vez, mediante un "rodado-girado" sobre el tatami, evitar todo daño y encontrarse otra vez en posición de ataque. El buen éxito de las caídas en Aikido se vincula en gran parte con la confianza que se tiene depositada en el propio cuerpo, la propia coordinación corporal y su dominio del espacio.
En una proyección de Aikido, el cuerpo del nage se encuentra concentrado hasta tal punto, que puede ejecutar, a partir de una actitud estática, todo el movimiento en una perfecta continuidad en que la decisión, la elección del movimiento y su realización muscular se superponen con tanta nitidez, que da la impresión que el cuerpo sabe lo que debe hacer; el conjunto del movimiento se desenvuelve en un equilibrio tan indiferente, que la energía puede surgir en todo instante, en el sitio querido del cuerpo y en la dirección deseada y ello, a pesar de la rapidez de ejecución y la presencia de uno o varios adversarios.
El papel primordial atribuido al Hara o Tándem es reunir todas las disposiciones del cuerpo, vincular entre ellas todas sus partes, dándole así más potencia y eficacia en la realización de sus acciones. No son ya sólo las manos las que asen, los hombros los que trabajan, las piernas las que se desplazan, sino es el cuerpo en su conjunto el que sigue el desplazamiento del Hara en sus evoluciones.
Extracto de: "Aikido un arte marcial, acceso a otro modo de ser" de André Protin
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