Normita, creo que es un error pensar que una cosa u otra está mal, creo que lo malo esta en el exceso, además de que existen muchas personas vegetarianas que han muerto de cáncer al estómago, como explicaría esto los estudios realizados, si supuestamente estas personas se alimentban sanamente, el buen estado de salud creo tiene que ver más con lo que somos como personas que con lo que comemos. Es también bueno reflexionar como se alimentaban nuestros abuelos, por lo menos mi abuela comía muy bien y de todo y nunca sufrío una enfermedad grave, cuando murió tenía 82 años y fallecio de tristeza.
Normita -
Extracto de comentario de Normita: La calidad y la cantidad de comida que ingerimos determinan nuestra salud, además de nuestros pensamientos y sentimientos. Este postulado del Ayurveda y la macrobiótica, de miles de años de antigüedad, hoy en día es aceptado por la comunidad científica. Estudios recientes demostraron que la mala alimentación genera tanta adicción como cualquier otra droga, además de provocar enfermedades cardíacas, degenerativas, ginecológicas y hematológicas, entre otras. En muchos países latinoamericanos la dieta está basada en productos vacunos como la carne y los lácteos. El Dr. Jorge V. Esteves, médico oncólogo especialista en Nutrición, asegura que la carne aumenta la adrenalina y reduce la serotonina cerebral, lo cual aumenta la ansiedad, el estrés, la angustia y el insomnio. El estudio más voluminoso e incuestionable de la historia de la Nutrición, hecho para la Universidad de Cornell, Oxford y el Ministerio de Salud de China, dirigido por el Dr. Campbell y disponible en Internet (40.000 páginas) demostró irrefutablemente que los lácteos, lejos de evitar la osteoporosis, la generan, ya que roban mucho más calcio del que aportan. El doctor Esteves asegura que, por si fuera poco, Este calcio se deposita en cualquier parte menos donde lo necesitamos, pues al parecer su memoria molecular está programada para alimentar a un ternero, no a un humano. Más importante que hacerse chequeos regulares de salud, que son preventivos solo en un nivel secundario, es la prevención primaria, que pasa por detectar en cada persona y corregir a tiempo, pero sin obsesión ni fanatismos, las potenciales causas de una eventual enfermedad, tanto física como anímica, para dejar de seguir echando leña al fuego. Es decir, para dejar de envenenarnos.
2 comentarios
Margarita Salas -
Normita -
La calidad y la cantidad de comida que ingerimos determinan nuestra salud, además de nuestros pensamientos y sentimientos. Este postulado del Ayurveda y la macrobiótica, de miles de años de antigüedad, hoy en día es aceptado por la comunidad científica. Estudios recientes demostraron que la mala alimentación genera tanta adicción como cualquier otra droga, además de provocar enfermedades cardíacas, degenerativas, ginecológicas y hematológicas, entre otras.
En muchos países latinoamericanos la dieta está basada en productos vacunos como la carne y los lácteos. El Dr. Jorge V. Esteves, médico oncólogo especialista en Nutrición, asegura que la carne aumenta la adrenalina y reduce la serotonina cerebral, lo cual aumenta la ansiedad, el estrés, la angustia y el insomnio.
El estudio más voluminoso e incuestionable de la historia de la Nutrición, hecho para la Universidad de Cornell, Oxford y el Ministerio de Salud de China, dirigido por el Dr. Campbell y disponible en Internet (40.000 páginas) demostró irrefutablemente que los lácteos, lejos de evitar la osteoporosis, la generan, ya que roban mucho más calcio del que aportan. El doctor Esteves asegura que, por si fuera poco, Este calcio se deposita en cualquier parte menos donde lo necesitamos, pues al parecer su memoria molecular está programada para alimentar a un ternero, no a un humano.
Más importante que hacerse chequeos regulares de salud, que son preventivos solo en un nivel secundario, es la prevención primaria, que pasa por detectar en cada persona y corregir a tiempo, pero sin obsesión ni fanatismos, las potenciales causas de una eventual enfermedad, tanto física como anímica, para dejar de seguir echando leña al fuego. Es decir, para dejar de envenenarnos.