EQUINOCCIO
La palabra equinoccio proviene del latín equis, que significa “igual”; y nox, que quiere decir “noche”, y nos indica que la noche dura la misma cantidad de horas que el día. Cada año suceden dos acontecimientos de este tipo, el de primavera y el de otoño con fechas aproximadas del 20 de marzo y el 22 de septiembre, respectivamente.
El equinoccio además posee un simbolismo especial pues constituye la conjunción de lo corporal y espiritual, del hombre y mujer, del día y la noche, del sol y la luna, en este sentido esa conjunción se extrapola al ámbito personal pues el ser humano debe unir la formación del cuerpo y del espíritu de manera integral en un contexto natural y de íntima relación con el entorno.
Esto quiere decir equilibrio, que la luz y la oscuridad no predominan la una sobre la otra. Debemos tomar plena conciencia de nuestras pasiones y defectos, la intolerancia o los prejuicios, así como de las virtudes con que contamos. Reconozcamos en cada uno de nosotros las luces y las sombras, los días y las noches, para luego poder buscar la armonía que nos transforme en energía radiante de sabiduría, de virtud, capaz de dar amor hacia nuestro interior y emanarlo a quienes nos rodean. Seamos Sol de fuerza, ímpetu, calor y luz; pero a la vez, Luna de serenidad, paz, sosiego y reflexión. Ha llegado la temporada de la explosión de la vida en el cuerpo y en el alma.
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