CEREMONIA RECORDATORIA EN HONOR AL GRAN MAESTRO MORIHEI UESHIBA
El día de hoy la Escuela Equinoccio desarrollará una sencilla Ceremonia para recordar el 41er aniversario de la partida de O’ Sensei Morihei Ueshiba, creador del Aikido y gestor filosófico de esta importante disciplina.
La palabra japonesa AIKIDO se traduce como “camino para armonizar de la energía” y si bien es cierto que esto pudiera aplicarse al combate marcial o la defensa personal, para quienes practicamos este Arte desde un enfoque espiritual, su real significado va mucho más allá de las meras concepciones físicas.
Hace muchos años, el Guerrero Samurai debía permanecer constantemente en alerta para evitar ser sorprendido por el ataque mortal de algún oponente silencioso. Empuñando su espada y vistiendo con orgullo su armadura de combate, hacía frente a su enemigo con bravura e hidalguía. Regido bajo el Código Bushido debía entregar su vida al servicio de una causa y luchar heroicamente hasta el último segundo de su existencia.
Aunque este épico escenario pudiera parecernos ajeno y distante, las cosas no han cambiado tanto como creemos. En la vida diaria a menudo enfrentamos otro tipo de enemigos silenciosos que, si no estamos atentos, podrían causarnos daños irreparables.
El odio, la ira, la envidia, la avaricia y tantos otros adversarios atacan nuestra mente y pretenden someternos hasta volvernos sus esclavos; es aquí donde resulta fundamental el buscar esa armonía de la energía, el equilibrio emocional, afectivo y moral que nos hará reaccionar en el momento preciso para que al igual que el Guerrero de antaño, empuñemos con firmeza la espada de la verdad, vistamos con altivez la armadura del honor y enfrentemos con decisión los retos cotidianos. Nuestros principios y valores constituyen el Código de conducta que habrá de guiarnos en la batalla. No es necesario hacer cosas extraordinarias sino hacer extraordinariamente las cosas ordinarias.
Hoy los Aikidokas del mundo guardaremos un minuto de silencio en honor al Sensei Ueshiba, no exactamente como un simbolismo fúnebre sino más bien como una manera de tomar conciencia de nuestra presencia y conectarnos con el yo interno para así experimentar, aunque sea por unos instantes… la armonía de la energía.
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